15 de febrero de 2012

Hielo en la espalda.

   Hace mucho calor y mi aire acondicionado no esta funcionando. Los tiempos y horarios obligan a ponerme un hielito en la espalda. De esos que no se derriten porque estan cubiertos con plástico.
   Más allá de éstos casitos inoportunos que molestan (y no poco), confieso que el calor me resulta especial. Invita a hacer cosas bonitas, da ganas de una noche recostada entre el pasto y las estrellas rodeada del perfume de las hojas rozadas. Da ganas de sentir el beso suave del sol sobre la piel todo el día y de oler la brisa de verano, sentirla entre los dedos.
   El calor da ganas de estar enamorada (gracias a Dios me puedo sacar las ganas muy rápido) y tomar un jugo de naranja frío al borde de la pileta. Por desgracia, todo lo que tengo esta nochecita calurosa es un hielo en la espalda.

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